Esta mañana, como todos los días, he levantado a Mario prontico para que nos diera tiempo a desayunar, vestir, hacer el juego estructurado y ocuparnos de la petite y sus moquitos. Le he cambiado el pañal y le he dicho: “Mario, lleva el pañal a la basura”. Y he empezado con el biberón de Leyre.
Al poco de llegar Mario a la cocina, ha empezado a llorar. Yo estaba con el bibe y no podía ir así que he seguido con Leyre pero Mario no paraba de llorar. Al final he dejado a la petite y he ido a ver qué le pasaba. Estaba parado, con la puerta del armario de la basura abierta, llorando desconsolado porque no estaba el cubo en el que tiene que echar el pañal. El cubo estaba fuera, en la terraza, lo había sacado yo el día anterior y no me acordaba. Pero a Mario no se le ha ocurrido que podía estar en otro sitio, ni venir y devolverme el pañal, ni hacerme señas de que no había cubo ni dejar el pañal en el suelo e irse. Me ha dado la sensación que él sentía que había recibido una instrucción y quería o debía cumplirla tal cual, sin modificaciones. Aparte de que no tiene capacidad de desarrollar imaginativamente otros escenarios diferentes del de su rutina diaria.
Algo parecido le pasó hace unos días en casa de la abuela. Estábamos jugando a un juego de construcción que le encanta, creando cuestas por las que luego caen unas canicas. De repente se puso a llorar, intentaba explicarme algo, yo no lo entendía, lloraba más y se iba enfadando por momentos. Hasta que al final me di cuenta que estaba desolado porque se le habían caído las canicas en la caja y entre tantos trozos de madera no las veía y ya no podía jugar. Parecía que se le había hundido el mundo.
Sé que uno de los rasgos del autismo es esta rigidez o inflexibilidad mental para cualquier tipo de cambio, así que tenemos que trabajar mucho para lograr que no sufra con estas tonterías. Y que no sufra ni él ni uno de cada 70 niños que según el último informe publicado en Estados Unidos, tiene autismo, esté o no diagnosticado. ¡Que pasada uno de cada 70! ¿Qué está pasando en nuestro mundo, en nuestros genes, en el medio ambiente, para que el ratio sea tan alto?
Todo día tiene también su lado bueno. Ayer por la tarde, haciendo el juego estructurado, me sorprendió una vez más. El segundo juego que hacemos es jugar con unos muñequitos de Playmobil. Como este juego no le gusta mucho, lo hacemos entre un puzle de Oui-Oui que le chifla y pintar en la pizarra con el rotulador. Me invento una historia corta y la representamos con los muñequitos (que son papá, mamá, Mario y la petite). Suben las escaleras, van al baño, hacen pipi (esto para que se vaya haciendo a la idea, porque el día 21, que le dan las vacaciones en el cole, le quitamos el pañal, bufff, ya veremos qué pasa…), se lavan las manos y se sientan en el sofá. Ayer de repente no me dejó sentarlos en el sofá sino que los tumbó a todos en el suelo y me hizo la señal de silencio…los muñequitos estaban durmiendo. !Dios! ¡Eso es puro juego simbólico! ¡Un éxito para él!
Así de contentica me fui a dormir. Dulces sueños a todos para el resto de la semana.
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