La alegría muda de Mario

Hoy, 31 de mayo de 2011, día en el que se empieza a publicar este blog, soy más feliz que hace un año. Mi niño Mario tiene autismo pero mirarle a los ojos cada mañana es una bendición.



domingo, 7 de agosto de 2011

La comunicación

Quiero creer que el carácter tranquilo de Mario, la ausencia de rabietas (me da que tiene incluso menos que los niños sanos que me encuentro por la calle) y su buen dormir (no tiene ciclos de sueño largos, pero duerme bien), tiene que ver con la forma que hemos tenido de interactuar con él desde bebé. Nunca hemos ido “contra natura”, esto es, nos hemos adaptado a sus manías, sin saber qué tenía autismo, pero percibiendo quizá con un sexto sentido que sus rarezas eran instintivas y no fruto del capricho infantil. Esto suponía ir a pasar la tarde a unos grandes almacenes sólo porque sabíamos que subir y bajar escaleras eléctricas le encantaba (y le relajaba) o ir a pasar la mañana del domingo a un ascensor público de un barrio cercano a casa, por idem.

Ha sido clave también, para no exigirle más de lo que él podía dar, no tener la referencia de un hermano mayor. Por un lado y por desgracia nos ha impedido ser conscientes de su enfermedad antes, porque no teníamos referencia de qué suele hacer un niño de su edad (y aquí la pediatra jugó un papel clave, aunque desafortunadamente no muy positivo, al decirnos constantemente que todo era normal). Pero por otro lado no le hemos presionado para que conquiste retos altos ni alcance metas inviables para él. Creo que sencillamente nos hemos dejado empujar suavemente por el día a día de nuestro loquito, amoldándonos con alegría a su sensibilidad demodée.

Ahora sí, somos conscientes de que aunque en ocasiones, por ejemplo cuando hay mucha gente (cosa que no le gusta nada), se porta bien, la sobre-estimulación nos pasa factura más tarde. Nos ocurrió hace pocos días, en un cumpleaños que celebramos en casa. Se hinchó a ganchitos, hubo mucho ruido y muchos niños, estuvo calmado (pero sin relacionarse con los otros niños) y esa noche no quería cenar, ni bañarse, ni lavarse los dientes…sólo quería llorar todo el rato. Da rabia que no sepa hablar, para contarnos lo que le pasa.

Con quien sí interactúa es con la petite. Han creado un lenguaje entre ellos a base de risitas. Y a menudo se comunican a iniciativa de Mario. Se ríen alternativamente, a veces con carcajadas. No hay palabras para definir la felicidad de la petite cuando su hermano le hace gracias o le dedica unos segundos.

Ella tiene suerte. Va a inventar decenas de nuevas formas de comunicación para conectar con su hermano. Esto le dará herramientas para relacionarse en la vida y nunca tirará la toalla sin arrancar al otro una sonrisa.

Buen comienzo de semana para todos.

2 comentarios:

  1. Es alucinante el idioma que se puede crear entre niños, idioma que nosotros no entendemos. Me alegro que entre tus hijos se cree algo tan bonito.
    Desde que me mandaste el email te sigo, he leido un poco tu blog y tus historias me enseñan muchas cosas. Ademas somos vecinas, es alucinante esto de la tribu de blogueras.

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  2. Botella al mar

    El mar, un azar...
    Vicente Huidobro

    Pongo estos seis versos en mi botella al mar
    con el secreto designio de que algún día
    llegue a una playa casi desierta
    y un niño la encuentre y la destape
    y en lugar de versos extraiga piedritas
    y socorros y alertas y caracoles.

    Mario Benedetti.

    Las risas de tus hijos... tu botella al mar.

    Saludos y enhorabuena.

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