La alegría muda de Mario

Hoy, 31 de mayo de 2011, día en el que se empieza a publicar este blog, soy más feliz que hace un año. Mi niño Mario tiene autismo pero mirarle a los ojos cada mañana es una bendición.



domingo, 17 de julio de 2011

El qué dirán

Ayer al lado del restaurante donde cenamos había un pequeño escenario preparado para un concierto. Y Mario subió y estuvo un rato corriendo por él. Después dimos un paseo y a la vuelta había unas niñas saltando y dando vueltas en el estrado. Mario no solo no evitó el escenario sino que se puso a imitarles y correr y girar a la vez que ellas. Nos alegramos, porque imitaba, pero se hace raro porque se pone como demasiado a lo loco. Parecido nos ha pasado hoy en los hinchables. Hay un momento que su cerebro hace “click” y se conecta. El resultado es que se pone sin control a lanzarse encima de otros niños para jugar, empujarles y que caigan en la piscina de bolas (cosas seguro muy típica en niños de su edad), pero los otros niños le miran raro y se alejan.

Desde fuera se ve claramente que algo no cuadra. Y aquí entra en juego seguro ”el qué dirán” y ya tengo estudiado que las sensaciones de incomodidad que puedo sentir a veces, no están motivadas por lo que Mario hace sino por lo que yo siento que puede pensar la gente al verlo actuar así: ¡Vaya forma de comportarse! ¡Este niño es un maleducado! ¡Le permiten todo! Yo no me siento bien, cuando en el fondo la realidad es que Mario sonreía de oreja a oreja y se lo estaba pasando bomba. Así que la licencia que me permito a veces, “para salvarme”, cuando alguna madre me mira raro, es decirle que lo siento mucho, que tiene autismo, y que si los niños sienten que molesta, que por favor me lo digan. Creo que al decirlo estoy rogando una corriente de solidaridad y de cariño, que a veces recibo en la mirada de otras madres y que me reconforta. Y de paso voy cimentando mi autoestima, esencial para ir construyendo también, de forma sólida, la de Mario.

Buen fin de domingo y buen comienzo de semana

5 comentarios:

  1. Amaya, a todos nos ha pasado lo mismo al principio. No hace falta ser muy listo para saber cuando un niño actua con mala fe y cuando un niño esta jugando a su manera.
    Hay que aprender a pasar del resto y disfrutar de tu txiki y de esos pequeños momentos.
    Animo y un beso. Bego

    ResponderEliminar
  2. Te comprendo, es duro aguantar las miradas, pensar en qué se les pasará por sus cabecitas, a veces calenturientas... Poco a poco te irás poniendo un chubasquero, seguro.

    Besos guapa!.

    ResponderEliminar
  3. Haces lo que yo considero más inteligente, yo hago lo mismo, es cierto que así te vas ordenando por dentro. Digo a todos mis conocidos que mi nieta es autista, aunque no la vayan a ver nunca, solo porque a mí me ayuda interiormente. Estoy mucho mejor que hace un año cuando lo supe, y ahora todo lo que mi niña hace bien es una enorme alegría. No la comparo con nadie, mi niña es única e irrepetible, y voy subiendo con ella cada escaloncito a su ritmo, con un amor inmenso que es tu mayor tesoro en esta vida.

    ResponderEliminar
  4. Hola Amaya, el otro día me paso algo parecido a ti, deje a mi pequeña de dos años con Sindrome de Down en el parque, jugando, sobre todo con un tubo por donde la encanta ir de un lado para otro. Se quedo un rato dentro del tubo y otra niña que también queria jugar, aguardo pacientemente a que mi pequeña se decidierá a salir.
    Por el contrario, la madre vino un poco enfurecida, para pregonar que su niña no podía entrar en el tubo.
    Yo pienso que Mario y los demás, y los demás y Mario, se "auto regulan", vamos, que no lo des muchas vueltas, porque al final, los niños se lo pasan bien, todos tienen su ración de "tubo" (o lo que sea) y en paz.
    En mi opinión personal, los padres, poco deberiamos hacer cuando nuestros hijos (con o sin discapacidad) juegan e interactuan con los demás niños, aunque reconozco que no me separo de la zona de juegos, por miedo a caidas, etc. :-)
    En el momento justo antes de venir la madre un poco enfadada, nadie tenía problemas por nada, luego ya, los adultos nos mirabamos con cierta "frialdad". ¡¡ Cuanto tenemos que aprender de nuestros hijos !!.
    Mucho ánimo Amaya y un beso para tus dos retoños.

    ResponderEliminar
  5. Amaya, cómo me alegro de la evolución que estáis teniendo al afrontar este tema y el ver cómo te apoyan y ayudan las mejores aliadas que podrás tener nunca: otras supermamis de niños con situaciones parecidas. Ánimo preciosa

    ResponderEliminar