A Mario le encantan los gigantes
Ya no miro a la gente que pasa por la calle como antes. Más exactamente: ya no miro a la gente “que parece diferente” como antes.
No sé si antes los miraba con compasión y ahora con cariño.
No sé si antes los miraba con indiferencia y ahora con empatía.
Pero sí sé que antes los miraba y no los veía.
Y ahora los miro, y los remiro, y los observo como iguales y me gustaría gritar a sus madres que mi hijo es también un poco como ellos.
Es increíble cómo cambia la vida y las prioridades en un momento: jóvenes que corren y por un accidente dejan de andar, personas que sueñan y de un día para otro dejan de dormir, niños que nacen y a los pocos días tienen que volar, padres que proyectan sus sueños particulares de perfección en un hijo y que de repente tienen que despertar.
Recuerdo que cuando estaba embarazada de Mario y paseaba por el barrio sólo veía mujeres embarazadas. Cuando nació y salíamos con el carrito sólo veía madres con niños por todos lados. Ahora sólo veo, y perdón por la expresión, raros. Benditos raros. Benditos diferentes. Sobre todo jóvenes y adultos raros, diferentes. Creo que porque en los niños, salvo que físicamente se pueda apreciar, es difícil a primera vista percibir las rarezas, o una enfermedad psíquica o un síndrome sin nombre.
¿Qué es raro? ¿Es raro diferente a normal? ¿Qué es normal? ¿Lo contrario a poco habitual? ¿Por qué ahora me fijo y antes no? ¿Estaba ciega antes? ¿En qué mundo vivía? ¿Antes los consideraba raros y ahora iguales? ¿Los veía y los olvidaba? ¿Por qué antes los percibía hasta como peligrosos y me alejaba de ellos? ¿Somos todos así? ¿Sólo me pasaba a mí? ¿A vosotros os pasa? ¿Veis por la calle a alguien que habla más alto de lo normal, o veis en el autobús a alguien que mira más intensamente que los demás, o percibís que un vecino no es tan “normal” como cabría esperar en una persona de su edad, y ese hecho os incomoda, e incluso os asusta? ¿Vivimos o mejor dicho, vivía muy a gusto en mi burbuja de cristal y pensaba que todo lo que no era parecido a mí no merecía la pena?
¿Qué tan fuerte me ha podido pasar para que se me abran los ojos a un mundo nuevo, real, vivo y más profundo e intenso que el anterior? ¿Qué milagro ha podido suceder para entornar la puerta de la competitividad, la ambición y el éxito y abrir la ventana de la belleza del instante puro, la visión del azul plata del océano o la mirada límpida de los ojos oscuros?
Qué alegría es mirar y ver.
Qué maravilla es ver y comprender.
Qué felicidad es comprender y sentir.
La vida está hecha de milagros inesperados y risas contenidas. Las tristezas siempre son pasajeras. Volved rápido a la sonrisa. Que la vida es muy corta…
Como te entiendo, Maya, a mí me pasó lo mismo.
ResponderEliminarY más aún: cuando supe lo de mi nieta, tuve miedo de sentir rabia al salir a la calle y ver los otros niños, yo que siempre adoré oírlos hablar con esa linguita de trapo, que todo lo que dicen me parece una gozada. Mi niña no me conoce, la voy a ver siempre que puedo, aún no dijo "mamá",no sé si algún día dirá "abuela".
Felizmente cuando volví a ver niños, aún me pareció más milagro que estén sanitos, me apetece abrazarlos hablar con todos, y entonces pensé con alivio ¡estoy salvada!
Ahora soy más rica, porque solo tengo amor en mi corazón, para todos los niños y para los mayores que tienen alguna lesión: también yo los veo más, y les quiero como si todos fuesen mis hijos.
¿Como está Leyre?
Besitos
Mi marido dice que nos a crecido un radar, lo cierto que ese sentidoi aracnido solo lo tenemos unos pocos.
ResponderEliminar¡¡¡¡ No saben lo que se pierden si prestaran un poco mas de atencion ¡¡¡¡¡
Por cierto yo tambien tengo problemas para ponerte comentarios. Bego. Mi mundo es Asier.
Lo que si es cierto es que todo te queda mas superficial
ResponderEliminaral margen de tu problema. Y sobre todo por mi forma de pensar la gente frivola te resbala....acaso los neurotipicos no tenemos"rarezas"