Lloré de principio a fin, un mar de lágrimas.
Ya no hay duelo ni duele.
Lloré por lo que dolió...
La reina de la casa
En una semana se me ha estropeado dos veces la plastificadora y el abuelo, destornillador en ristra, nos ha sacado del aprieto. Más vale porque Mario está a tope con la terapia y literalmente se come los materiales que le preparo.
Llega del cole a las cinco, vamos al Horno a comprar el pan y mientras papá y la petite van a dar un paseo, Mario y yo nos vamos al despacho de mamá a “trabajar”.
Respeto prudencialmente todas las rutinas adquiridas: llegamos al portal, llama al timbre de abajo (haya arriba alguien o no), nos metemos al ascensor, me mira y me dice “esta” (por la puerta del ascensor que se abre al llegar al piso, que no es la que se cierra al entrar), llegamos al rellano, llama al timbre (tengo que acatar escrupulosamente el orden, porque si meto la llave en la cerradura antes de que él pulse el timbre se pone loco), entramos, vamos directos a la terraza, le dejo que juegue con el agua y la manguera y riegue las plantas (bueno, las inunde, ese es un peaje que tenemos que pagar por lograr gran concentración en la terapia posterior: el jardín del abuelo será difícil que prospere este año) y directos (y cada vez más directos, porque voy reduciendo los tiempos de juego con el agua) a sentar en el cuarto y a terapiar.
El viernes le preparé pictos con las partes del cuerpo humano. Ojo, dientes, pelo, mano, dedo, uña, tripa, pie…ya se las sabe todas, sabe dónde están, las señala en su cuerpo y pronuncia la segunda sílaba. Le preparé también varias fotos con acciones verbales, tres de cada de: aplaudir, abrazar, dar un beso, conducir, beber, comer, leer y sentarse. Idem, ya se las sabe, entiendo el significado, asocia imagen con palabra y pronuncia la última sílaba.
Así que no doy abasto con los materiales, pero a la vez necesito consejo profesional sobre cómo enfocar la pronunciación de las palabras. Sigue pronunciando sólo la última sílaba y sólo cuando está muy motivado. No sé cómo lograr que pronuncie una palabra completa. No sé si tendrá que desaprender porque la “técnica” de aprendizaje no está siendo correcta o acabará, harto de oírme, por pronunciar la palabra completa.
Afortunadamente este próximo fin de semana tenemos curso de autismo, con el estupendo centro de Madrid que ya vino dos veces el primer semestre. Espero plantear ésta y mil otras dudas que me surgen (Mario ha vuelto a empezar a quedarse mirando las luces fijamente y no sabemos cómo quitarle la estereotipia).
Y sumida en esta vorágine de vida, sintiendo gratitud por cada día que puedo terapiar con mi hijo, siento la felicidad dentro como un estado expansivo interior que me hace ver la vida con luz. Debe ser como la fe, que por mucho que la busques, si no sale a tu encuentro, no la descubres. Con la felicidad me ha pasado lo mismo. Tantos años buscando…y estaba dentro.