Lo que puede ocurrir en un momento...
Los hijos que tenemos, ya sea por instinto, por mantenimiento de la especie, por generosidad, por egoísmo o por accidente, no nos pertenecen.
Antes o después se irán, se harán independientes, tomarán sus decisiones, que no nos gustarán, que sabemos que se estarán equivocando, que querremos obligarles a que no se equivoquen…pero es su vida, desde que se la damos.
Puede que nos dejen antes de la cuenta, puede que nunca quieran irse de casa, pero pese a todo, no nos pertenecen.
Se queden o se vayan, vuelen o aterricen, sintamos la felicidad de haberlos conocido, de haber recibido sus besos, de habernos fundido en sus abrazos. Duren lo que duren.
Porque la felicidad es la esencia del momento y el momento se pasa mientras divagamos en nuestro mundo ideal creando un futuro imaginario que atrapa nuestra mente. Y sin apenas darnos cuenta…la esencia del momento ya se ha ido.
Carpe diem.
Hace ya tiempo que alguien me enseñó que "a los hijos hay que soltarlos". La primera gran separación es el alumbramiento, la separación más física que hay, después vienen muchas más, pero con cada una de ellas mis hijos son más ellos mismos y yo más feliz de verlos crecer.
ResponderEliminarOfrecerles dos cosas: sabiduria y alas, para volar lejos
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, los hijos no nos pertenecen, pero el corazón de una madre sí, les pertenece hasta su último aliento. Esa es la grandeza de ser madre, aunque en el fondo los tengamos por egoismo en la mayoría de los casos: necesitamos tenerlos porque necesitamos llenar la vida con el amor más auténtico y más verdadero que hay en el mundo.
ResponderEliminarAmaya, hoy me metí en tu blog y solo puedo decirte OLE OLE Y TRES MIL VECES OLE!!!!!!!!
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