La alegría muda de Mario

Hoy, 31 de mayo de 2011, día en el que se empieza a publicar este blog, soy más feliz que hace un año. Mi niño Mario tiene autismo pero mirarle a los ojos cada mañana es una bendición.



miércoles, 27 de agosto de 2014

Paciencia infinita, infinito tesoro

Hay días que no tienen ni equilibro ni siquiera armonía.

Esta tarde hemos llegado a la piscina en uno de esos escasos días del verano del norte en los que el cierzo no te eriza la piel a la salida del agua helada.
Pero según hemos pasado la puerta se me ha helado el alma. Había hinchables y juegos en las piscinas. A mis espaldas gritos de júbilo de Mario y la petite. Y yo con la intuición de una madre y la certeza de tres años de diagnóstico, he previsto la hecatombe.

Eran las cuatro de la tarde. El señor de los hinchables se había ido a comer y hasta las cinco no volvía. La petite lo ha entendido perfectamente y ha deducido que tenía una hora más para bañarse a lo loco. Pero Mario se había hecho a la idea de jugar ya, y ya es ahora y no dentro de una hora. He intentado cambiar el orden de su rutina que, para lograr que aguante una hora en el club lo tiene estructurado: 1 piscina, 2 helado, 3 columpios, 4 a casa. El año pasado no aguantaba ni treinta minutos, este año hemos mejorado dándole ese contenido antes de que ocurra lo inevitable cada día, y es que salga corriendo (esto hace que cuando estamos en fase 2 y como los columpios están cerca de la puerta de salida, el que está con Mario ya haya previsto coger bolsos, mochilas y resto de accesorios porque según finaliza la fase 3 no hay tiempo para volver a la 1 (lugar donde en la hierba aposentamos los bolsos) y sale disparado hacia la puerta.

He logrado llegar hasta el kiosko de helados. El helado de Nesquik de chocolate que siempre toma se había acabado. Con su desconsuelo, se ha sentado al lado del socorrista sin parar de llorar y gritar, delirando casi desde el primer microsengundo.
Finalmente después de una hora interminable y dolorosa ha llegado el chico de la camiseta naranja, y Mario ha conseguido su ansiada barca. Ni un minuto ha logrado estar dentro, él quería la barca para estar sin mover los pedales tranquilo flotando pero la barca giraba por las olas de decenas de niños en hora punta y la crisis ha ido en aumento al ver zozobrar su ansiada espera de una paz largamente anhelada. A la fuerza lo hemos sacado y hemos volado al hinchable de la piscina grande. Pero el esfuerzo y el disgusto han podido con él y según se ha tirado por el tobogán del hinchable, he visto que salía del agua y braceaba sin fuerzas con cara de angustia. Me he tirado a por él y en cuanto he cogido su brazo he tirado hacia arriba y con lágrimas en los ojos me ha dicho:

- "Mamá, se me ha olvidado nadar!

No hay pena más honda.
Así es el autismo

2 comentarios:

  1. Amaya,
    ¿habéis probado a establecer los tiempos de cada fase con un reloj timer? Los venden incluso para llevarlo en la muñeca y seguramente Mario entendería mejor que tiene que estar en la piscina hasta que la parte roja del reloj haya desaparecido de la esfera, o que no podrá subir al inflable hasta que la esfera esté en blanco. Ya nos contarás si lo habéis probado.
    Un besazo
    Susana

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