Acabamos de volver de nuestras super vacaciones, cuatro días en Barcelona para airearnos, rezando porque todo estuviera bien estructurado y Mario sufriera lo menos posible. Agenda impecable pegada en el frigo del apartamento con actividad estructurada y anticipada mañana y tarde. Restaurante solo un día, también anticipado, comida de casa, cereales en su tupper, galletas de chocolate del Carrefour de Pamplona.
El primer día dijo 20 veces que quería volver a casa, el segundo 15, el tercero 10..
Ayer al volver y llegar a casa, sonrió hondo hacia dentro y hacia fuera, se puso su pijama de invierno de la abeja Maya, sacó el edredón y la almohada al sofá del salón, puso la Wii y fue feliz, intensamente feliz.
Incluso esperó a la vuelta para dejar que el segundo diente se le cayera y el Ratoncito Pérez encontrara el camino exacto a nuestra casa.
No es que no le gusten los cambios. Ni siquiera que solo le guste lo que le da seguridad.
No, Mario lo que quiere estar en casa, siempre en casa, en nuestros 50 metros cuadrados. Con Gru, Mario Bros y la Wii. Y tenemos suerte porque tiene algo que le gusta, algo que le engancha, algo que le permite entretenerse y evadirse. Aparte de haberse convertido en un auténtico crack de este juego.
Pero entretanto su rigidez nos sigue esclavizando, nos hace perder la paciencia mil veces a lo largo del día, nos hace sufrir porque él sufre. Hemos vuelto a Madrid a su evaluación semestral y no está claro para donde tira, salvo que tira y avanza, que no es poco. Ha terminado infantil y hemos peleado un aula TGD en un cole en el que pudiera estar ya toda la escolarización, primaria y secundaria. Lo hemos logrado, aunque es un aula de nueva creación y nos da miedo el abismo de haber tenido en infantil un cole de diez y empezar de cero en un aula nueva con personas con menos experiencia en autismo. Aunque con grandísimas ganas e ilusión, y eso nos ha abierto otra puerta de esperanza.
Muchas cosas en estos tres meses, incluyendo sobrevivir Mario a su sexto San Fermín. Y encaramos el verano con ganas de calor en los huesos y con lucha diaria por verle sonreir. A él y a la petite, inteligente como ella sola. Va para actriz, tomad nota porque me temo que ese será su futuro.
Mientras, Mario recuerda a sus amigas...aunque no tenga ganas de contar...
http://youtu.be/00eFnh7UGSM
Amaya, ¡eres increible! toda mi admiración para tí. Me leí el libro en dos noches y te puedo asegurar que pienso muchos días en vosotros en cómo os habrá ido el día. Gente como tú honra a los humanos.
ResponderEliminarUn beso muy gordo para tí y también para Mario, la petite y el papá.
Admiro como cuentas las cosas, cuando te leo parece que describes lo que le ocurre a mi hija ,pero yo soy incapaz de contarlo.
ResponderEliminarFeliz verano a todas las familias de niños con autismo Suerte.
Avanza k no es poco... !! Y lo k avanzará! Ya os echaba de menos.
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